04/02/13
Los días grises se suceden, con apenas unos minutos al día,
que sumados puede que lleguen a unas horas a la semana de un tímido y
escurridizo sol, las nubes y alguna que otra tormenta homogeneizan la gama
cromática. La verdad que no tengo mucho tiempo para darme cuenta de ello, pero
como buen mediterráneo, es justo cuando deslumbra un instante que me percato del bien que me hace y lo que lo echo de menos. Hemos estado un par de semanas
por debajo de los cero grados, con varios días de nevadas y heladas, pero
también hemos notado la ola de calor que habéis tenido en el sur, no hemos
llegado a los ¿veinte? Grados, pero el día más cálido fue de once grados, con
sensación de ¿cinco? Bueno, por lo menos ese mantel blanco que me gustaba
tanto, se ha desecho, ahora todo esta cubierto por una fina capa de agua. Así
que tenía que pasar, por muy chicarrón del norte que me haya creído… finalmente
me he resfriado. Nada grabe, pero se hace más arduo el seguir una rutina que me
mantenga activado fuera de mi horario laboral, solo me apetece estar tumbado en
el sofá tapado con la manta o dormir más horas por la mañana. No se si es
somatización de la perra o mía, pero ella también esta pachucha. Sabemos que es
de estomago delicado, y creemos que el lametón a lo que seria los restos de una
comanda que hicimos a un restaurante Tailandés haya desencadenado las diarreas,
lo de no tener aun una cocina en condiciones, provoca que las bolsas de basuras
estén al alcance del cánido y, como no, cualquier despiste es aprovechado. La
veterinaria ya nos ha tranquilizado y la verdad es que ya va mejorando, junto
con mi resfriado. Por suerte, el punto álgido de mi resfriado ha sido en mis
días de fiesta. Ahora no caer en la insensatez de que por tener barba no me
hace falta bufanda.
El trabajo sigue y me llena de satisfacción ver como sigo
avanzando por este camino que escogí en su día. Aquí alguno de los trabajos que
he hecho estos días pasados.
En este post voy a escribiros un pequeño relato ficticio,
para probar algo distinto, a ver que os parece. Advierto que puede ser un tanto
hiriente, no apto para todos los públicos.
-Hola ¿qué tal estas?
Mr. Blanco levanta la
vista de sus quehaceres y borra su sonrisa falsa al ver a uno de sus clientes
con cara de pocos amigos, responde con un bien desganado. Quiere hacer entender
que no es así, pero sabe que su cliente le importa una mierda. Con total
indiferencia pero educadamente sigue con un ¿Y vosotros?
Herr López intenta
dejarle claro que no esta contento con lo que esta pasando con su pedido ni con
el trato que están recibiendo, pero las palabras no salen con la fluidez que le
gustaría, no son lo suficiente punzantes e hirientes. Aunque ha mejorado mucho
el inglés no se puede permitir el lujo de decir todo lo que le pasa por la
cabeza, deja que Laia tome la palabra ante la absurda pregunta de Mr. Blanco, -
es por la cocina ¿verdad?
No! Imbécil, es por la
estúpida de tu madre que cuando te pario y no te quiso, no tuvo el valor
suficiente para estrangularte, y a la mitad del trabajo estallo en sollozos
arrepentida y solo te produjo una falta de oxigeno que no te hace muy listo.
Estos pensamientos hacen que no coja el principio de la conversación que están
teniendo Laia y Mr. Blanco. Se da cuenta de que Laia esta poniendo los puntos
sobre las íes de buenas maneras.
-Nos dijiste que
tendríamos la cocina la semana pasada o mas tardar hoy día cuatro.
- Ya, pero como
tuvimos que tener una segunda cita por un problemilla con las medidas y se hizo
muy tarde…
Tu madre debería haber
acabado contigo en el segundo intento cuando no dejabas de llorar en la cuna, y
en un arrebato volvió cargada con una almohada imbécil, ese problemilla era un
puñetero centímetro de diferencia porque una pared no esta bien alineada, eso
se arregla con el zócalo más ancho, pero no, vosotros los alemanes lo queréis
hacer todo tan bien, como la pared, que nos subís el presupuesto unos cientos
de euros más por un jodido centímetro. Si el gilipollas soy yo. Te tendría que
haber metido el boli en el ojo en vez de firmar, sólo un centímetro.
Mientras Herr López
sigue con sus pensamientos, Laia sigue con sus palabras correctas dándole a
entender que las fechas se las dio él en esa segunda cita.
-El primer problema-
se reitera- es que la segunda cita fue muy tarde
Imbécil, Her López se
reitera también. No nos pudisteis dar cita antes y sabíais que nos íbamos para
las vacaciones, además, porque nada más llegar nos presentamos, que si no…
seguimos esperando vuestras llamadas!!
-El segundo problema
es que, creo recordar que os explique que hemos cerrado nuestro almacén y
trasladado a Mannheim y vuestra cocina fue enviada al que ahora esta cerrado.
Wait!!¿CÓMO?¿ que
jodida escusa te acabas de inventar? Si al final te estampare esa cara de
idiota contar el teclado, no, mejor contra la pantalla de tu ordenador, con
suerte explota y algún cristal se te clava en los ojos, como debería haber
hecho con el boli.
Laia le hace ver que
esos no son nuestros problemas, que nosotros como clientes hemos cumplido en
todo, que esos errores son de la empresa y son ellos los que deben encontrar
una solución.
-Lo siento pero no
puedo hacer más
Herr López deja de
desviar la mirada y resoplar y resoplar para sus adentros, deja sus dulces
pensamientos y lo mira fijamente a los ojos.
-Esta bien, quiero
hablar con alguien que si que pueda hacer más, ¿puedo hablar con tu jefe?
Aunque la cara de Mr.
Blanco es de sorpresa, asiente y con su mano insegura agarra el teléfono y
marca, suena una vez, dos, tres, la cara de Mr. Blanco empieza a relajarse,
cuatro, cinc… una voz contesta y tan rápido como se propagan los piojos en una guardería levanta el auricular anulando
así el altavoz. Herr López, en estos meses de “exilio” ha descubierto que no
entiende apenas unas palabras de una conversación, pero el concepto suele
cogerlo enseguida. Deduce por las palabras y la expresión corporal de que Mr.
Blanco tiene que justificar a su jefe el porque se tiene que presenciar, la
excusa que usa es que como él, su jefe habla castellano seria más fácil de
entendernos, ya que parece que con el inglés no están llegando a ningún lado.
Finalmente cuelga y se dirige a la pareja excusándose de que en esos momentos
su jefe no puede venir porque esta reunido.
Menuda panda de
incompetentes, el cabrón de tu jefe no tiene los santos cojones de dirigirse a
nosotros como hizo para enredarnos y darnos todas las facilidades que un
principio íbamos a tener.
-Muy bien, tenemos
problemas y no tenemos quien nos los solucione, ¿qué hacemos?- pregunta Herr
López a Mr. Blanco apartando sus pensamientos más dulces.
-Yo ahora no puedo
hacer más, hablare con mi jefe para que se ponga en contacto con vosotros ya
que com bien decís él os prometió una cocina temporal mientras os instalábamos
la vuestra y por falta de stock no hemos podido.
-Todavía estamos
esperando tres llamadas tuyas que nunca llegaron, hemos llegado ha esta
situación sin estar informados por vuestra parte, siempre nos hemos tenido que
plantar aquí para obtener respuestas- Por fin salen esas palabras punzantes,
verdades como puños de la boca de Herr López, siente que se quita unos
gramillos de encima, pero desearía poder estamparle los puños de verdad y no
estos vocablos mal pronunciados y con la falta de contundencia deseada para
sacarse un buen peso de encima.
-Os lo prometo-
estalla Mr. Blanco- os prometo que hoy os llamo y os digo algo.
Herr López no sabe que
hacer, si irse como le invita Laia a hacer o esperar a ver si aparece el jefe
de este pobre desgraciado que seguramente no es más que un títere más de la
empresa, novatillo de tres al cuarto que le dieron los clientes extranjeros
porque sabia hablar inglés. Para ser vendedor hace falta mucho más que idiomas,
tienes que saber cuando el trozo de carne que te han dado para que le hinques
el diente se ha convertido en hueso duro de roer, y como buen perro que eres,
tienes que lamerlo y lamerlo para ablandarlo de nuevo si quieres sacarle todo
el provecho. Pero supongo que eso n te lo ha explicado nadie ¿verdad?
-¿Tienen prisa?- se
dirige de nuevo a la pareja que ya se marchaban.
-¿Cómo?- Pregunta Laia
con la esperanza de que se le haya iluminado alguna neurona y haya encontrado
alguna solución mientras se vuelve a aproximar al mostrador. Mr. Blanco coge
una de sus tarjetas y empieza a escribir algo.
Herr López vuelve a
anticiparse dirigiéndose a Laia -Como se le ocurra invitarnos a un café o a
algo de la mierda de “restaurante” que tienen…
-¿tienen hambre?-
Pregunta sonriente Mr. Blanco
La pareja se mira
desconcertada, Herr López vuelve a dirigirle una de sus miradas de odio y le
pregunta sin tapujos.
-¿Esta es la solución
que nos das?
-No, es un regalo
-No queremos regalos,
queremos tener nuestra cocina, muchas gracia- responde Laia mientras a Herr
López se le pasa otra posible respuesta por su cabeza -Pues puedes meterte el
regalo por el culo, la mierda de regalo, ¿pero que coño te has pensado?
GILIPOLLAS!¿porque coño en vez de invitarnos a comer algo hoy, no nos traes la
comida y la cena todos los días mientras os decidís a montarnos la cocina? A mi
me parece una solución bastante buena, la verdad es que nos facilitaría mucho
las cosas.
Por fin se alejan, y
desgraciadamente ni Laia ni Herr López se han podido sacar el mal sabor de
boca.
Hasta el próximo post.