lunes, 22 de octubre de 2012

21/10/12

Amanece y me resisto a acompañar al al sol que vuelve a deslumbrar. Ayer me acoste tarde y hoy sera un dia duro como para no aprovechar unas horas más en la cama. El sueño a cesado y solo mi tozudez persiste. Finalmente me levanto y finalizo con los preparativos de mi viaje. Me mudo, abandono este cubículo, que he hecho mio por dos semanas. Espero la llegada de Giovani, para que me transporte a la estación. Cambios de última hora hacen que mi transportador sea Sergio, de todas maneras Giova viene a despedirse, Arturo con las sabanas pegadas aparece en el umbral a última hora también para despedirse. Gracias po todo amigos, espero veros pronto.

En la estación la gena va y viene, de anden en anden, salen o entran al tren, todos se mezclan con armonia. Los megáfonos escupen vocablos que aunque entendiera el idioma no comprendería. Valgame mi prudencia, se me ocurre preguntar y ahi empieza mi calvario. Mi tren ha sido anulado, no llegara. A cambio hay otro en otro anden que me llevara a Frankfurt donde podre hacer trasbordo para llegar a Darmstad, mi destino final, espero. Me ilumino y pregunto que tren tendre que coger en Frankfurt, y me avisan que mejor pregunte allí, que mi nuevo tren sale en un minuto. Agradezco el aviso y vuelo hacia este, nunca mas bien dicho, acabo aterrizando en el suelo dando una vuelta de campana, y es que las prisas nunca fueron buenas. Las prisas, la muchedumbre y el exceso de equipaje hacen que al intentar evitar a un ciego que trastea con su palo el espacio, pasando entre este y un hombre corpulento por encima de un suelo poco uniforme, las maletas que van por delante mio se atascan, vuelcan y yo las sigo con todo mi ímpetu, paso por encima y la inercia que lleva la mochila a mi espalda acaba por derribarme ante la atenta mirada de los espectadores incrédulos a mi alrededor. El hombre corpulento solo sabe que mirarme con cara de Urkel, ¿he sido yo? en vez de ayudarme a levantarme, Tengo que tener una pinta de lo mas cómica, ahora pienso en una cucaracha boca arriba con dificultades para darse la vuelta. Consigo llegar al tren con el orgullo dolido. Veo más desafortunados corriendo porque no llegan a su nuevo transporte. Después de oir mas graznidos por los altavoces veo que estos vuelven a bajar del tren rebosante de humanidad. No entiendo que pasa, decido volver a preguntar y me comunican que no podemos coger este tren pues va sobrecargado. Pregunto a otro revisor, revisora en este caso y más modernizada, desde su mobil me da dos posibles soluciones para llegar a mi destino. La primera es esperar cuarenta minutos a un tren para hacer tres trasbordos antes de llegar a Darsmtadt, y aunque creo que seria una gran aventura, decido escoger la siguiente opción. Esperar dos horas en el anden de antes para tomar el siguiente tren directo a Darmstadt.

Dejando que pase el tiempo se me vuelve a ocurrir que nunca esta de más preguntar de nuevo, hombre precavido vale por dos. Y en efecto, ya no me sorprende, han vuelto a cambiar de anden, esto de la puntualidad alemana es cierto, pero lo del orden, empiezo a dudarlo. No para de venir a mi cabeza esos vagones arcaicos he impuntuales que encuentro en mi tierra. Gracias ha dios no soy el único que esta sufriendo estas adversidades y empezamos a reconocernos, mucha casualidad el haber estado en tres andenes distintos. Me acerco a una muchacha y esta se presta amablemente a ayudarme, mi dificultad con el idioma hace que saque mi mejor sonrisa.

Ya en el tren correcto y las maletas estrategicamente colocadas solo necesito encontrar un sitio donde sentarme, y no es tarea fácil, como ya he comentado antes tanta organización hace que me desoriente. Encuentro un sitio, bueno, lo que queda de el. La gorda de mi lado ocupa sillon y cuarto, esta no para de comer amenazando el poco espacio que me deja. No puedo bajar el apoyabrazos para definir mi espacio vital. De todas maneras le he pedido con suma educación y con mi inglés del barrio, si podia avisarme al llegar a mi parada, pues después de las turbulencias recibidas en la estación, temo perderme y no llegar. Ella ha aceptado con suma cordialidad, entonces ¿porque iba a quejarme?

En seguida aprovecho que al otro lado del estrecho pasillo desalojan dos asientos, me mudo a un asiento con vistas. Le dejo espacio a la, ahora, vecina de enfrente, Np se seta y desparrama su envergadura, por fin recupera el asiento colindante que yo ocupava y suspira aliviada.

El sol baña los campos verdes rodeados de bosques que cambian de color como los camaleones, transformándose según el entorno, en este caso el frio otoño. Estos paisajes intermitentes están divididos por túneles que mis oídos marcan a su paso, no soy un entendido, pero creo que la presión atmosferica tiene algo que ver. También los arboles colindantes a las vias deformados por la velocidad del convoy intervienen en el ir y venir de los rayos solares mientras escribo estas lineas. Inesperadamente aparecen edificaciones, industrias que normalmente son el preludio de una basta extensión de obras que hacen de inmuebles como si de un hormiguero se tratara, la civilización. Casas que también salpicaban esa naturaleza tan ordenada por un orden aleman.

Las estaciones se alejan del mismo modo en que se acercan, a una velocidad variable. El tiempo pasa como el ferrocarril ante el paisaje estático y mutable a la vez. En breve se me hace el momento de apearme del vagón a no ser que quiera alargar más este trayecto. No es el caso. Aún he de ir a buscar las llaves de casa de Marc y Kitos, mis anfitriones durante ¿una semana? a ver si hay suerte y encuentro apartamento en breve.

Llego cansado, me duele el alma tanto como los músculos, el transportar una mochila de cincuenta litros apunto de explotar, y dos maletas por un suelo con una superficie irregular durante treinta minutos   es agotador, subirlas a pulso tres pisos, demoledor. Una ducha y la comida-merienda-cena espero que me rehagan. Pues decido ir a buscar a mis hospedadores a la estación de nuevo. Esta vez la carga la dejo en casa, y el poder recibir a unos amigos llena de vitalidad.








Desde el sofa me despido de vosotr@s, hasta el proximo post.


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